Hay muchas formas diferentes de
delimitar regiones para el estudio de la superficie terrestre. Pero una de las
formas más útiles atendiendo a procesos y formas naturales es el de las cuencas
hidrográficas. Sin ir más lejos, en España, la gestión medioambiental,
especialmente de los recursos hídricos, es competencia de las Confederaciones
Hidrográficas, entidades cuyo territorio de gestión corresponde a las cuencas
hidrográficas de uno o varios de los ríos del territorio estatal.
Las cuencas de drenaje o
hidrográficas están limitadas y separadas unas de otras por las divisorias de
aguas. La divisoria de aguas es la línea que comunica las zonas más altas del
relieve y que representa el punto de cambio de pendiente en el que se dividirá
el agua precipitada hacia cada una de las vertientes.
La red de drenaje es la red de
canales que recoge la escorrentía superficial producida en la cuenca y la traslada
de los afluentes al cauce principal y de aquí al mar.
Así, las cuencas hidrográficas (fig.1)
son unidades territoriales delimitadas por una divisoria de aguas en las que el
agua precipitada es drenada por un
sistema fluvial articulado en un río principal y sus afluentes hasta la
desembocadura en el mar en el caso de las cuencas exorreicas, o hasta lagos
interiores en el caso de las cuencas endorreicas.
Fig.
1: Cuenca de drenaje del Barranc d’Irta. Datos MDT IGN. Elaboración propia
Las cuencas de drenaje no son
homogéneas en su superficie sino que dentro de ellas se pueden delimitar zonas
(fig.2), correspondientes a ambientes en
los que predominan diferentes procesos geomorfológicos e hidrológicos, que
interactúan entre ellos formando distintos tipos de modelado:
Fig.2 División por zonas de la cuenca de drenaje. Datos MDT IGN. Elaboración propia
Cuenca alta: Esta primera zona se caracteriza por un relieve
abrupto, formado por los picos y cimas de sierras y cordilleras. El agua caída
en la precipitación escurre ladera abajo con un alto poder erosivo debido
principalmente a las grandes pendientes que aumentan la velocidad, como puede
verse en los valles encajados y en forma de V. La alta capacidad de erosión y
la prácticamente nula sedimentación hace que esta zona sea la parte de la
cuenca productora de sedimentos, destacando los bloques y carga gruesa
desprendidos del relieve.
Cuenca media: En esta zona las formas del relieve son más suaves,
predominan las colinas y las laderas y piedemontes de las cordilleras. En esta
zona la pendiente empieza a ser menor por lo que el agua escurre con menor
velocidad, tiene menos poder erosivo y menor fuerza para transportar
sedimentos. Así, aunque no desaparece el proceso de erosión sí que empieza a
producirse deposición, sobretodo de bloques y gravas que el agua ya no tiene
fuerza para transportar, quedando más o menos equilibrados ambos procesos. La
forma del valle no es tan pronunciada como en la cuenca alta, ya que el rio empieza
a modelar su cauce con materiales más finos.
Cuenca baja: Aquí el relieve es mayoritariamente plano, las formas
que destacan son las llanuras de inundación, los conos de deyección o abanicos
aluviales, los deltas y los humedales. El proceso predominante es el de
deposición, ya que al ser el relieve casi horizontal el agua fluye con mucha
menos velocidad y no tiene la suficiente fuerza para transportar los
sedimentos, por lo que se depositan las arenas, limos y arcillas. El perfil
transversal de las llanuras de inundación es plano y puede llegar a ser cóncavo cuando el río acumula sedimentos lateralmente como
ocurre con algunos ríos meandrizantes
o en los canales de los deltas (fig.3).
Fig. 3: Perfil longitudinal del
Barranc d’Irta y perfiles transversales del cauce en cada una de las zonas.
Elaboración propia
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